El aprendizaje colaborativo forma parte del modelo constructivista cuyo
postulado parte de la idea de la educación como un proceso de
socioconstrucción, es decir, de la apertura a la diversidad y la tolerancia.
Los alumnos deben trabajar en grupos, colaborar y cooperar mediante una serie
de estrategias que les faciliten la interacción y la comunicación, de modo que
aporte de manera individual al proyecto común y se integre un proyecto
colectivo con el acervo, las ideas y la creatividad de cada uno de sus
miembros, con la retroalimentación para facilitar y potenciar las actitudes
cognitivas y dinámicas en el aprendizaje.
La concepción constructivista es un conjunto articulado de principios
con base en los cuales es posible diagnosticar, establecer juicios y tomar
decisiones fundamentadas sobre la enseñanza; parte del hecho de que la
institución hace accesible a los alumnos aspectos de la cultura que son
primordiales para su desarrollo personal y no sólo en el ámbito cognitivo. La
educación es motor para el desarrollo global, lo que supone incluir las
capacidades de equilibrio personal, inserción social, relaciones
interpersonales y motrices, en las que interviene el sujeto que aprende y
también los agentes culturales.
Para trabajar en colaboración, es necesario compartir experiencias,
conocimientos y tener una meta grupal definida; la retroalimentación es
esencial para el éxito de la tarea; lo que debe ser aprendido sólo puede
conseguirse si el trabajo del grupo es realizado en colaboración. Es el grupo
el que decide cómo llevarla a cabo, qué procedimientos adoptar y cómo dividir
el trabajo (Gros, 2000).
Como lo enuncia Chiarani, Lucero, Pianucci (2003), este conjunto de métodos
de instrucción y de entrenamiento se apoyan en la tecnología y en estrategias
que permiten fomentar en el alumno diferentes habilidades personales y
sociales, y lograr que cada integrante del grupo se sienta responsable no sólo
de su aprendizaje, sino del de los otros miembros.
El docente, asesor o guía, por su
parte, tiene que diseñar con cuidado la propuesta; definir los objetivos y los
materiales de trabajo; dividir el tema a tratar en "subtareas"; ser
el mediador cognitivo en cuanto a formular preguntas esenciales y subsidiarias
que en verdad apunten a la construcción del conocimiento y no a la repetición
de información obtenida; y finalmente, supervisar el trabajo y resolver
cuestiones puntuales de modo individual o grupal. El límite entre lo que corresponde
al alumno y lo que toca al docente se desdibuja y es entonces cuando pueden ser
los alumnos los que elijan los contenidos y diseñen en gran parte cómo encarar
la tarea grupal.
Como pedagogía, el aprendizaje
colaborativo comprende el espíritu de las actividades de los miembros del
grupo, que trabajan juntos en clase, en el aula virtual y fuera de ella. Como
método puede ser formalmente estructurado, en el proceso que ahora se conoce
como aprendizaje cooperativo o simple e informal, cuando éstos discuten sus
ideas entre sí buscando alguna respuesta consensual para después compartirla
entre pares.
Sobre el tema, Crook (1998) refiere que
el aprendizaje se genera a partir de la combinación de una serie de principios
como: la articulación, el conflicto y la co-construcción. El principio de la
articulación, que interpela respecto al valor educativo y cognitivo de esta
estrategia de aprendizaje, se deriva de la necesidad del participante de
organizar, justificar y declarar sus propias ideas a sus compañeros, y de la
necesidad de su interpretación, es decir, traducción cognitiva, para que sea
comprendida por sus iguales. El principio del conflicto asume que los
beneficios se producen en el contexto de los desacuerdos y de sus refuerzos
para resolverlos, desacuerdos que serán relevantes para estimular los
movimientos discursivos de argumentación y negociación. El principio de
co-construcción hace referencia a la significación del hecho de compartir
objetivos cognitivos comunes y que el resultado alcanzado no sea la simple
yuxtaposición de información, sino su elaboración, reformulación y construcción
conjunta entre los participantes.
El aprendizaje colaborativo se
fundamenta en premisas, una de las cuales consiste en llegar al consenso a
través de la participación entre los miembros del grupo; otra premisa esencial
es la voluntad de hacer la actividad directa por parte de cada participante, lo
cual es elemental, porque el aprendizaje colaborativo se basa en la actividad
de cada uno de los miembros. Es, en primera instancia, un aprendizaje activo
que florece en una colectividad no competitiva, en la cual todos los miembros
del grupo colaboran en la construcción del conocimiento y contribuyen al
aprendizaje de todos.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Charami, M. y Pianucci, M. (2003,
octubre). Modelos del aprendizaje colaborativo en el ambiente ACI, en Noveno
Congreso Argentino de Ciencias de la Computación , La Plata , Universidad Nacional de la Plata.
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